No te digo que te quiero
pues los perdedores no tenemos ese privilegio
tan sólo tengo el de sentarme,
mirar y esperar en vano
las migajas de un banquete
al que nunca estaré invitado,
derecho a tener frío sin abrazos de abrigo
e imaginarte cuando cruzas por mi calle.
En el reparto de la vida
no me tocó ningún as
tan sólo lágrimas amargas y frías
que enfrían mi corazón
a golpes de deseos tornados pesadillas
por imaginarme mejor de lo que soy
cuando soy un ser del mismo infierno
y no puedo arrancarte de mi cuerpo
cauterizando mi cerebro con vino barato
drogas de diseño o endorfinas acuáticas,
yo mismo me condené entre tus fríos dedos
en un viaje voluntario y sin coacción
con un castigo que nunca creí merecer,
no te digo que te quiero aún haciéndolo
son las fantasías de un viejo poeta loco
engañándose que mañana es un nuevo día
cuando es el mismo repitiéndose
en un círculo infinito de desesperación
porque para mi nunca llegará
ese nuevo día en el que pueda decirte
te quiero y tu me beses.
Abstenerse de leerlo los que no tengan pareja y los deprimidos/as (por supuesto que los desparejados pueden leerla, pero seguramente no les hará sentir mejor). Odio el invierno, el otoño y el frío. Ah y esta es autobiográfica, haciendo eco a eso de no hay más ciego que el que no quiere ver, yo vivo engañándome a mi mismo y lo sé.