jueves, 21 de julio de 2011

44 (versiones 44.1., 44.2. y 44.3.)

44 versión. 1.

Debe ser estío
mi boca seca
sedienta de tus labios
se resquebraja
y la caricia de la brisa
con los fantasmas del pasado
abrasan mi Alma,
agostada la vereda
los abrazos corren solitarios
por falta de manos que los acojan
a esconderse entra las sombras
porque debe ser verano
pues soy un año más viejo
pero no más sabio
y tampoco más infeliz.


44 versión. 2.

Cuarenta y cuatro paladas
arena oscura y cuarteada
rellenando un astillado féretro
donde se guardaban mis sueños,
una sepultura de esperanzas
donde nada se oye
nada se escapa,
palabras preñadas y mudas
acuden a mi presente
encuadrando una imagen olvidada
en un marco de canas y arrugas
que limitan con los confines de la edad
el suelo, un cielo sin nubes
y las paredes de esta caja,
miro a mi espalda
pero no alcanzo a ver
si me han crecido alas
o si las plumas que acaricio
son las del colchón donde descanso.


44 versión. 3.

Escondidos tras algunas arrugas
aguarda una vida
cuatro veces once
o una cuarenta y cuatro,
resguardado de la corriente
su rostro atesora algunas cicatrices,
una frente amplia
canosa y despejada
morena por instantes
en donde apoyar las manos
cuando algo es sorprendente,
de mirada silenciosa
algo cansada y con cuarzo tamizada
cree que todo lo ha visto
cuando le falta más de la mitad por ver,
impaciente por natura
ilusionado por defecto
sopla las velas prendidas
que apagando su pábilo
arrastran su deseo
con curvas sinuosas
elevándolo al éter
donde todo y nada se pierden.

©Ike

Fiel a la costumbre, el día de mi cumple suelo dedicarme una de mis canalladas sin dar réplica a las notas que me dejáis, no es un ejercicio de soberbia o suficiencia, todo lo contrario. Se admiten hasta patadas en la espinilla o meterme el dedo en los ojos, pero bajo ningún concepto, hablar de mi espesa melena o de mi escaso gusto por la pintura del siglo XX.
La explicación del motivo de tres versiones para una misma cosa, pues no la tiene o si la tiene pues han sido escritas en distintos momentos del día, con diferente luz y con distintos estados de mala/buena leche y en este caso si, es autobiográfica, pues cumplo 44 veranitos, más guapo que un San Luis y más lozano que un pepino de Murcia, por supuesto que las tres son distintas y el único común denominador es yo, yo y yo mismo, un premio a mi propio egocentrismo, pero permitírmelo por un solo día.

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