Tus diez infantes armados
se clavaron en mi retaguardia
colapsando toda posible huida
atrapando gemidos
capturando labios,
llevaste a todas mis huestes
a una prisión de piel
sujetos a barrotes de brazos y piernas
sin más alternativa que la de invadirte;
32 piezas acorazadas
castigaron mis flancos sin defensas
y el color rojo tiñió mi ser
perdiendo toda percepción de realidad.
En un campo de batalla
repleto de blancos y susurros
nos enfrentamos en desnuda pelea
distintas armas
desigual estrategia,
lo sé, recuerdo tu voz
un maltrecho colchón
yo deshecho en un mar de sábanas enredado
y tu con la sonrisa de quien se sabe vencedora.
©Ike