lunes, 21 de julio de 2014

Apagando 47 velas

Soplo cuarenta y siete pequeñas antorchas
cera caliente rodeada de un dulce placer
los ojos cerrados y un susurro del alma,
trémulamente se extinguen
temblando, humeantes
llevando a las hadas de las ranas sin pelo
los sueños, los deseos de un próximo futuro
para que en el país de los plebeyos
la fortuna me bese haciéndome un príncipe;
el humo sube hasta el techo
cuando me reconozco entre los estribillos de las canciones
una eterna mirada que nunca se cansa
o mi sien despoblada y de espíritu inquieto
que sonríe con cada nuevo y valioso amigo
que me hacen el batracio más feliz de la charca
después de un atracón de moscas y un baño.
Hoy soplo las velas y doy las gracias
a ti por ser mi amiga, a ti por se mi amigo
y a la vida por sonreírme
aunque sea tres horas una vez al mes.

© Ike

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